En lo alto de los acantilados de Tintagel, en Cornualles, Inglaterra, una figura oscura vigila el horizonte. Es Gallos, la majestuosa estatua del Rey Arturo, un homenaje al legendario monarca que, según la tradición, nació en este místico castillo.
Forjada en bronce, esta escultura no es una representación típica. Su cuerpo está incompleto, como si el viento y el tiempo lo hubieran desgastado, dándole un aire fantasmal que parece conectar con la magia de Camelot. Su espada apunta al suelo, como si esperara el momento adecuado para volver a la batalla.
miércoles, 5 de noviembre de 2025
Escultura del Rey Arturo - Rubin Eynon
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"La paz no se escribe con letras de sangre, sino con la inteligencia y el corazón" - Juan Pablo II
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